30 marzo, 2009

Trabajo...




A veces las palabras contienen en su pasado un significado mas evidente de como hemos transformado nuestros conceptos...
para bien o para mal...
bien para algunos y mal para otros...

"Si el trabajo es para usted una tortura, sepa que se trata de un concepto tan antiguo como el origen de la palabra, que no proviene del latín labor, que nos dio labor, laborable y laboratorio, sino de tripalium, que era el nombre de un temible instrumento de tortura.

Tripalium ‘tres palos’ es un vocablo del bajo latín del siglo VI de nuestra era, época en la cual los reos eran atados al tripalium, una especie de cepo formado por tres maderos cruzados donde quedaban inmovilizados mientras se les azotaba.

De tripalium derivó inicialmente tripaliare ‘torturar’ y, posteriormente, trebajo ‘esfuerzo’, ‘sufrimiento’, ‘sacrificio’.

Trebajo evolucionó hacia trabajo, vinculándose poco a poco con la idea de ‘labor’. Lo mismo ocurrió en francés, lengua en la cual tripalium derivó en travail ‘trabajo’, vocablo al cual los ingleses dieron la forma travel y un nuevo significado, asociándola primero a la idea de viaje cansador y, más tarde, simplemente, a viaje."

Tomado de "La fascinante historia de las palabras" de Ricardo Soca

Algo para recordar...




A veces encontramos diamantes en bruto como la palabra "recordar"...

Esta es la historia de aquella palabra que siempre vamos a recordar...

"Los antiguos creían que los sentimientos residían en el corazón. Para Aristóteles, el corazón era el órgano fundamental del organismo humano, y el cerebro, apenas un mero coadyuvante. En esa época se creía que la memoria estaba alojada en el corazón; de ahí que los romanos emplearan la palabra recordari, derivada de cor 'corazón', que llegó a nuestra lengua como recordar. En el portugués contemporáneo, saber una cosa de memoria es conocerla de cor (etimológicamente, 'del corazón'), así como en francés par coeur o inglés, by heart.

Si los sentimientos se alojaban en el corazón, nada más natural que, cuando dos personas se ponen de acuerdo, digamos que concuerdan o que acuerdan, con lo que el corazón ya está presente otra vez (del latín vulgar accordare). Y si no se ponen de acuerdo, decimos que discuerdan. En el español antiguo -y en muchas regiones, en el contemporáneo- acordar o recordar significaban 'despertarse, volver en sí después del sueño'."

Tomado de "La fascinante historia de las palabras" de Ricardo Soca