12 marzo, 2009

Recuerdo de una lluvia corta y pasajera…


Cuando era niño leía cuentos de hadas, donde las princesas Vivian encerradas en castillos en espera de su príncipe libertador, eran solo cuentos de ficción.

Hace muy poco conocí a una chica que vivía encerrada en una pequeña mansión, aislada en su propia realidad.

Nos conocimos cuando sus ojos dejaron de mirar al cielo y coincidieron con los míos. Y caminando bajo el rocío de esa noche al lado de un corcel rojo, ella decidió que yo era su sueño, era su príncipe, era solo un sueño el tiempo que compartíamos juntos.

Cada día despertábamos juntos mucho más tarde, para soñar hasta el medio día.

Luego desapareció.

Viajo a un país del norte donde las princesas recuperan lo blanco de su piel y el verde intenso de sus ojos.

Hoy desperté.

La verdad es que los cuentos de Hadas solo se revelan ante los ojos de una mirada adulta.

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